Año 1997. Como parte de la gestión regional de Aragua, pero separado como gestión propiamente dicha, nos fuimos a la experiencia del Postgrado de Salud Pública por acuerdo de la Escuela de Malariología (EMSA-MSAS)-Universidad de Carabobo (UC)-CORPOSALUD Aragua. Uno de los proyectos que surgieron de esta gestión regional fue una propuesta de postgrado de Salud Pública con el apoyo de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES). Dos compañeras, lideresas de ALAMES propusieron que nos encargáramos de coordinar el equipo que diseñaría el postgrado y el Director Regional de Salud (DRS) nos integró en él.
Esta tarea fue siendo cada vez más exigente, hasta que le propusimos al DRS que nos asignara a tiempo completo a la tarea trasladándonos físicamente a la EMSA, que formaba parte del acuerdo. Fue difícil lograrlo y aceptó a cambio de que continuáramos participando en el acompañamiento estratégico de la gestión regional. A esa tarea CORPOSALUD fue agregando un equipo conformado por un compañero y dos compañeras, una de las cuales esta última venía de experiencias anteriores en el Miisterio de Salud a quien contratamos y se vino de Caracas.
Esta experiencia nos tuvo ocupados parte del año 1997, todo el 98 y los primeros meses del 99. Acá tuvimos el privilegio de compartir esfuerzos, con otros líderes de la medicina social latinoamericana como Pedro Luís Castellanos, Edmundo Granda (fallecido), Juan Samaja (fallecido) y Mario Testa, además del propio DRS y las ya mencionadas compañeras de ALAMES, entre muchos otros.
El diseño del postgrado fue un importante y novedoso ejercicio intelectual, además de sus aspectos técnicos curriculares y gerenciales en todo lo que significó su aprobación por la Universidad de Carabobo y el Consejo Nacional de Universidades. Se trató de una propuesta novedosa desde la Medicina Social, con un equipo plural que no tenía una visión única del proyecto. La Dirección de la EMSA tenía una concepción más conservadora y la comisión coordinadora tampoco teníamos identidad total de criterios.
Además de diseñar un postgrado novedoso en lo político-conceptual, nos planteamos también una visión educativa andragógica, que finalmente no logramos concretar. Incluso nuestra visión y la del DRS eran distintas, éramos menos partidarios de una visión escolástica tradicional y él, más experimentado en materia académica, defendía más una visión educativa convencional.
El postgrado se inició a finales de 1998 bajo nuestra coordinación, rápidamente dos de los miembors de la comisión coordinadora nos fuimos a otra tarea y quedó en manos de los otros dos compañeros, uno d elos cuales fue cursante de la primera cohorte y luego se integró a la coordinación del postgrado. Luego en 2001 volvimos a este programa en otro rol y no pudimos integrarnos a su dinámica, aunque lo intentamos.
Posteriormente el postgrado derivó a nuestro juicio en un postgrado convencional de gerencia en salud, que tuvo la virtud luego de haberse regionalizado y aumentado de manera importante su matrícula como nos lo aconsejaba Juan Samaja. Ha sido dirigido por dos egresados del propio postgrado.
Aunque el postgrado hoy sigue marchando, en nuestra opinión el fracaso de este intento estuvo en que no pudimos crear un polo de pensamiento político y académico en salud acorde con nuestra visión desde la medicina social, como por ejemplo hay experiencias importantes en otros países de América Latina, principalmente en Brasil. Ha seguido el vacío de formación en Salud Pública en el país, aún cuando todavía se mantienen programas en varias universidades públicas, a nuestro juicio sin mayor novedad ni contacto con la realidad. Ese programa pretendía abrir un espacio alternativo de formación en el área y cuando convertimos luego la EMSA en Instituto de Altos Estudios de Salud Pública (IAESP), buscábamos lo mismo y no lo logramos.
Queda la reflexión si desde el poder ejecutivo, en este caso, desde el Ministerio de Salud de un país, pueden impulsarse y consolidarse sólidos espacios de formación académica, técnica y política que compitan con las alternativas del sector educativo. Eso lo logró la EMSA en su nacimiento y primera época, pero no se mantuvo como tal y nosotros con su conversión en IAESP tampoco lo logramos.
Mención especial debemos hacer aquí a Edmundo Granda. Se trata del compañero de la medicina social con quien intelectual y espiritualmente, más nos identificamos. Sus planteamientos sobre el papel de la subjetividad en la salud, se convirtió para nosotros en una idea fuerza que enriqueció todo lo que nos había aportado Mario Testa con su pensamiento estratégico y los demás compañeros y compañeras. Hicimos una estrecha amistad con Edmundo. A principios de 2008 murió para nosotros sorpresiva y dolorosamente, aunque sabíamos que estaba enfermo.
Espacio para el intercambio de experiencias en gerencia pública, con énfasis en el Sector Salud y en el componente humano de la misma. La interacción humana es crucial para cualquier asunto de la vida. Aspiramos, con el aprendizaje de nuestras experiencias y las de otras personas con quien compartamos o hayamos compartido, más la incorporación de los avances del conocimiento teórico y filosófico en materia de intersubjetividad, ayudar a enriquecer y fortalecer el campo de lo público
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