domingo, 29 de julio de 2012

La renuncia


Disculpen otra nota autobiográfica, pero la mostramos no por el afán egocéntrico que siempre está presente en nosotros los seres humanos, sino porque nos parece importante confrontar planteamientos y puntos de vista sobre la gestión pública en general, en los cuales hemos dicho en otras ocasiones que existen un conjunto de condiciones o características del gestor público. Mostraremos lo que ha ocurrido en nosotros con respecto a nuestra llegada a determinadas metas laborales o políticas y la forma como hemos salido de ellas, exitosos o derrotados. Hablaremos de la renuncia


Siempre he defendido la idea de que para ocupar cargos públicos de alto nivel o para hacer carrera política por ejemplo, es necesario como condición fundamental, aspirar, tener agallas, tener espíritu competitivo, “creérselo”,  tener una voluntad de hierro, entre otras condiciones que al final son similares. Esto por supuesto no es la única condición para estas lides y no necesariamente implican algo que no deje de tener dificultades y/o perversiones.
A nosotros nos tocó ocupar cargos públicos de alto nivel y en una etapa muy importante de nuestra trayectoria vital ejercimos cargos políticos de elección popular. Se supone entonces que las condiciones arriba descritas debieron estar presentes en nuestro caso. Pero no siempre fue así. De hecho ha habido en nosotros una característica que se supone un líder político o social pocas veces piensa en ello. Se trata de la renuncia a un escalón alcanzado o a un puesto de liderazgo obtenido. La renuncia ha sido para nosotros un asunto muchas veces presente en distintas circunstancias unas relacionadas con altos cargos y otras no. Una veces para avanzar y otras para retroceder. Unas veces con sentido estratégico de progreso y otras simplemente por no considerar conveniente seguir compitiendo aún cuando ello implique la derrota. Gente cercana dice que tengo “olfato” para prever el momento oportuno de retirarme de un determinado escenario y quizás sea cierto, pero lo cierto es que la renuncia está en mi práctica política y laboral, más presente de lo debido. Quizás sea un rasgo de prepotencia…
Recordaremos aquí algunas de nuestras renuncias:
1.       Siendo estudiante universitario quise renunciar a mi militancia política, debido a presiones que consideraba indebidas del líder del momento. Argumenté que quería mantener mi promedio de notas en mis estudios. Un compañero muy cercano me convenció de no hacerlo con el argumento de que bajara mis expectativas en cuanto a promedio de notas a cambio de cumplir nuestro compromiso político con el pueblo
2.       Renuncié a varios de mis trabajos antes de lo previsto. Así renuncié a mi cargo de médico rural en el hospital El Vigía con el fin de dedicarme de lleno a la actividad política en los previos de un proceso electoral que a la postre fue fundamental para nosotros (1978-1979) y años después  también renuncié a mi cargo de medico residente en una clínica privada de esa misma ciudad por diferencias con la forma como se dirigía esa institución. En ambos casos nos quedamos sin trabajo por algún tiempo, es decir renunciamos sin una opción alterna que lo justificara. En ambos casos nuestra motivación central era la lucha social y política
3.       Año 1989. Renunciamos a encabezar la plancha de la unidad de  izquierda luego de dos períodos consecutivos de ejercicio como concejal y quizás un derecho adquirido a encabezarla. Nuestro argumento para no aceptar fue que no queríamos hacer como muchos sindicalistas que se reeligen indefinidamente y terminan defendiendo los privilegios del cargo y no a sus representados. Otro aspecto que estaba presente fue que nuestro movimiento político se había debilitado y aunque encabezar la plancha nos aseguraba repetir en el cargo, íbamos a tener dificultades con los aliados a la hora del ejercicio de ese cargo. No éramos capaces  de obtener un cargo por el concurso de un grupo de organizaciones aliadas y apropiárnoslo personalmente como hicieron muchos
4.       1994. Renuncié a mi cargo de Director de Salud de la Alcaldía de El Vigía, luego de un cambio de alcalde, debido a presiones donde se me ofrecía una beca para terminar mi postgrado a cambio de entregar el cargo a un hombre del nuevo alcalde. No aceptamos negociación alguna y renunciamos libremente
5.       En 1994 nos entrevistamos con Oscar Feo con el fin de incorporarnos a su gestión al frente de la Dirección General Sectorial de Salud del Ministerio de Salud. Era una oportunidad importante y que se presenta pocas veces en la vida.  No aceptamos tres propuestas que se nos hicieron para ejercer cargos a los que no nos sentíamos preparados para asumir. Luego consideramos esa actitud como un error estratégico quizás irreparable, una oportunidad de oro perdida para nosotros. Afortunadamente Feo de nuevo nos contacto y nos hizo de nuevo una de las propuestas con mayor explicación, que esta vez si aceptamos
6.       1996. Renuncie a mi cargo de Director Técnico de Programas de Salud, después de un cambio de ministro y designación como jefe inmediato a un nuevo Director General con quien no tenía buenas relaciones, aún cuando amigos comunes sugerían no renunciar
7.       1996. Renuncia al cargo de Médico de Salud Publica III de Mérida, para aspirar a un ascenso de carrera a un cargo superior
8.       Aragua 1997-1998. Frente a presiones constantes de Oscar Feo con respecto a la coordinación del Postgrado de Salud Pública, varias veces pusimos la renuncia de manera verbal, la cual nunca fue aceptada
9.       No aceptamos la propuesta del Ministro Rodríguez Ochoa de ser Director de la Escuela de Malariologia por no considerarnos preparados para ejercer el cargo. A cambio aceptamos otra propuesta del mismo equipo de gestión que el Ministro aprobó
10.   Pensé renunciar al cargo de Director de Epidemiologia en el 2000, por sentirme agotado y muy presionado. Con el tiempo se descubrió que había enmascarado un problema de salud: una depresión. No solo no renunciamos sino que nos designaron al cargo de Vice Ministro de Salud
11.   En Enero de 2001 renuncié a mi cargo de Vice Ministro. Una de mis razones esgrimidas que el ministro me pidió no formalizar, fue que tenía en ese momento una hija de 5 años experiencia que nunca más se iba a repetir y que prefería tener más tiempo para disfrutar esa hermosa experiencia
12.   A mi salida del cargo de Vice Ministro no quise volver a CORPOSALUD Aragua a mi cargo original de Médico de Salud Pública Jefe III. A cambio le pedí al Ministro Rodríguez Ochoa, me diera un cargo similar en el nivel central del Ministerio, para trabajar en el IAESP, con el fin de hacer actividad académica y el Ministro aceptó
13.   No acepté el cargo de coordinador del postgrado de Salud Pública que se me ofreció a mi regreso a IAESP, creía más conveniente dedicarme como docente-investigador raso en el área estratégica de gestión, en lo cual no tuve el éxito esperado
14.   Luego me designaron Director de Gestión Académica del IAESP. Meses después renuncié por diferencias con la estrategia de gestión en curso en ese momento. Otro factor  de más peso presente en este momento creo, fue el problema de salud antes mencionado, que en este momento hizo crisis y dificultó mi adaptación a la gestión
15.   2003. Terminé renunciando a mi intento de hacer carrera académica, luego de fracasar en el intento. Volví a las actividades habituales de gestión pública en salud en el nivel central del Ministerio de Salud, esta vez al frente de la Sala Situacional de Salud Ambiental
16.   Intenté renunciar a mi cargo de Director de epidemiologia en 2004, por diferencias con miembros del equipo del ministro de turno. Nunca me fue aceptada
17.   2004-2007. Varias veces le pedí al ministro, me reemplazara de mi cargo de Vice Ministro por múltiples presiones de gente que me adversaba políticamente dentro de su propio equipo de gestión y nunca fue aceptada
18.   Luego de mi salida de ese último cargo rechacé posible designación como director de alguna área en el INN y otros ofrecimientos como el de Director General de INPSASEL que me propuso Javier Correa. En este momento decidí no ocupar nunca más cargo directivo alguno
Por esta historia es que siempre he dicho que no tengo verdadera vocación política, aunque haya tenido facultades y perfil parcial para algunas de las responsabilidades que me tocó asumir. Otro significado que puede tener este asunto es el que haya en nosotros cierto temor a posiciones de alta presión, o la competencia en sí misma, o tengamos poco espíritu para combatir, confrontar o disputar logros o posiciones. O es simplemente ese orgullo español del que habla Rufino Blanco Fombona y que indudablemente está presente en nuestro hermoso mestizaje. Un compañero nos ha dicho cuando argumentamos estas cosas, que no es que no tengamos las condiciones sino que nosotros mismos nos hemos puesto nuestros propios límites. Pudiera ser… Una compañera que tuvo un alto cargo de gobierno cuentan que en una ocasión dijo que no me consideraba para formar parte de su equipo porque yo era muy conciliador y creo que tiene razón, creo en el espíritu del Valle del que habla Edgar Morín: “recoge todas las aguas que se vierten sobre él”, por lo tanto no puedo ser un peleador, un competidor, un fajador, condiciones muy importantes para un líder político o social, por tratarse de escenarios estratégicos que como tales están siempre en disputa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario