martes, 2 de agosto de 2016

De algunos tipos de enfermos y enfermedades

Dicen que los ancianos y los enfermos mentales son de las personas menos queridas y más abandonadas familiar y socialmente. Es frecuente y doloroso ver que  a muchos ancianos en sus últimos dias, los eluden o se los pelotean sus hijos y demás familiares porque nadie "puede" atenderlos. Peor ocurre con los enfermos mentales. No los quiere la familia, nos los quieren en los hospitales y tampoco la policía. Cuando un enfermo mental llega a uno de estos tres sitios, los respectivos grupos humanos encargados, tratan de salir de ellos lo antes posible. Y no es que no tengan razones para ello sino que es necesario resolver esas situaciones humanamente. En particular tenemos muchas y duras vivencias directas personales y familiares que podrían ilustrar mejor estas afirmaciones. Lo haremos en otra oportunidad

Peor ocurre porque los países y gobiernos suelen no tener políticas públicas adecuadas para manejar este tipo de situaciones. Cierto es que el manejo de estas personas suele ser difícil. Pero más difícil es si no hay políticas públicas que ayuden a los afectados y a sus familiares a enfrentar de manera justa y humana estas situaciones. Nuestro País tiene una enorme deuda social no saldada en muchos años y gobiernos en estos aspectos.

Otro grave problema social y público es el de la atención de personas que sufren enfermedades catastróficas, dígase Cáncer, enfermedades renales, VIH-SIDA, Diabetes y muchas otras enfemedades crónicas incapacitantes. En estos casos los gobiernos han hecho un poco más que en el caso de ancianos y enfermos mentales, pero no es suficiente. Siempre será necesario una máxima y constante atención de los gobiernos a estos problemas porque a cada persona y a cada familia que se le presenta una enfermedad de estas, la vida se les transforma para siempre. No puede ser un problema individual del paciente o de su familia. Es obligante que sea un problema de toda la siociedad y de los gobiernos en particular. Y no como si fuera uno más de los múltiples problemas que un gobierno tiene que atender, no de manera política clásica, sino de manera humana integra, solidaria, como si se tratara de un caso personal de cada autoridad o gobernante a cualquier nivel de responsabilidad. "Amar al prójimo como a ti mismo" reza el principal mandamiento de la Ley de Dios. Es difícil lograrlo, es díficil llegar a amar a otro como a uno mismo, pero de eso se trata, de intentarlo intensamente como personas, como líderes, como autoridades y como gobiernos.

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