miércoles, 24 de abril de 2013

José Garcés

No tiene que ver con la gestión pública, pero si con la intersubjetividad. Aquí la nota que escribí desde el alma un mes después de haber muerto  en 2010 mi querido tío José Garcés, hermano de Carmen Teresa, mi madre e hijo de mi abuelo amado Tinto

Un mes

Hoy se cumple un mes que se fue JG.

Ratifico las inmensas enseñanzas que me dio, igual que Tinto su padre, con sólo vivir digna y transparentemente. Ojalá yo llegara a tener, el 1% de su entereza y valentía.

Puede ser visto como una persona irresponsable que nunca tuvo nada en la vida, pero también como alguien desapegado a lo material e inmensamente generoso.

Por ello nunca le faltó nada, aunque nunca acumuló nada. Así fue también Tinto: Conforme, estoico, sin quejas, ambos para mí fueron ejemplos de hombres.

Vivió libre y alegre siempre. Cuando comenzó a enfermarse gravemente hace 6 años, encontró en nosotros una mano y un refugio, que con anticipación se había ganado y había cultivado.

Se agravó para morirse un año antes con un cáncer de próstata terminal que se le declaró. Luchamos juntos por sobrevivir hasta el final. Creo que se entregó en las últimas 3 semanas.

Antes se escapó de la casa y se fue donde Fortunata, su leal e incondicional compañera. Allá quería morirse, pero ella  con razón no se atrevió a complacerlo. Al regreso le dijo a su hermana: “De aquí pa’tras, pa’lante nada. Ya puedes decirle a la gente que JG se está muriendo”. Tres semanas después murió cerca de la medianoche, sin quejas ni sufrimientos. Con una respiración fuerte y profunda se quedó dormido para siempre con su hermana al lado.

No le faltó nada, repito. Incluso los gastos de su muerte ya estaban cubiertos por su hija mayor y hasta el final cubrió personalmente su propia atención, con la ayuda de sus hijos y la solidaridad de su familia.

Sus hijos: 9 en total, menos José Luís que murió antes, tuvieron tiempo de verlo e interactuar con él intensamente este último año. Yo les recomendé a los mayores que tenían tiempo de saldar todas las deudas afectivas que tuvieran con él antes de que muriera y así lo hicieron con creces. Su hijita menor pudo venir a verlo y acompañarlo dos veces antes de que muriera. Estaba preparando su tercera venida cuando llegó su muerte.

Por supuesto que todo fue muy triste, pero con la tranquilidad y la serenidad a la vez que nos dio su inmensa personalidad y el acompañamiento estrecho que le hicimos  toda su vida y más intensamente en estos 6 años. Sólo faltaron Nom que no pudo estar presente por estar tan lejos y que le dolió mucho no estar, pero estuvo con él casi hasta el final y Alberto José por razones de fuerza mayor, aunque las dos veces que vino este año compartió con él con mucho amor.

Tarde o temprano tenía que morir. Estaba gravemente enfermo. Las estadísticas decían que 95% de los doble amputados diabéticos mueren antes de los 5 años. Me tracé la meta de que superara esa estadística y lo hizo. Es más, no murió de eso.

Como con Tinto con quien acaricié el privilegio de que llegara a los 100 años y murió casi cumpliendo los 99, con mi tío preferido quise en algún momento que cumpliera los 70 y viera a su hijita menor graduarse y casi lo logramos.

¡¡¡Ción!!! Le dije un día en una clínica de Bejuma cuando me iba a tomar unos tragos con un viejo amigo. Moisés me dijo: “Que bonito es ver ese cariño y ese respeto expresado de esa manera estando ya viejos como estamos”.

Es verdad, como decía GRO, al final nos igualamos él que tenía 69 y yo que voy pa los 58, pero: ¡¡¡Ción hoy y siempre tío!!!... Conservo y conservaré la oración budista que me regalaste hace ya tantos años y con la que te despedimos.

12/08/2010

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