Conocí a Gilberto en el año
1995 en plena gestión ministerial de Carlos Walter, en el segundo gobierno de
Caldera. Era Director General Sectorial de Malariología. Después supe que el
gobierno de Caldera lo tomó siendo Director Regional de Salud de Amazonas y que
por propuesta del Dr. Jacinto Convit, con quien trabajó en Dermatología Sanitaria, había sido desginado en ese cargo por el primer ministro de salud de
Caldera, Dr. Pérez Dávila, que duró muy poco.
Dicen que al ser designado,
encargó de la Dirección Regional de Salud a Francisco Armada, quien era
Director del Hospital de Puerto Ayacucho y se vino a Maracay con Jesús Toro
quien estaba con él en el área de Malariología Regional de ese estado.
Contaba él que con su
humildad, llegó a recibir el cargo vestido modestamente y la secretaria de la
Dirección le dijo sin saber quién era, que el Director saliente no lo podía
atender porque estaba ocupado. Se sentó y esperó un rato. Luego la secretaria
le dijo que mejor volviera otro día porque el Director estaba esperando al Dr.
Rodríguez Ochoa. Él le dijo, “yo soy el Dr. Rodríguez Ochoa”…
No tuve mucho contacto con
Gilberto durante la gestión de Carlos Walter. Sólo observé que era un personaje
clave de esa gestión junto con Oscar Feo y otros.
En 1996 nos encontramos de
nuevo en Maracay, en la gestión de Oscar Feo, recién designado Director
Regional de Salud de Aragua. Juntos formamos parte del equipo político
estratégico de gestión de Oscar, junto con Luís Valera y Humberto Trejo,
lamentablemente fallecido.
Gilberto fue primero
Coordinador del Proyecto Salud e impulsó
desde allí el fortalecimiento de la red ambulatoria de Aragua, lo cual fue un
gran éxito de la gestión. Luego fue Director General de Salud y desde allí,
junto con Nora López, creó e impulsó el Modelo de Atención Integral (MAI) que
fue política nacional de salud unos años después.
Era un hombre muy receptivo,
probablemente una de sus mayores virtudes era su capacidad de escuchar e
incorporar en la gestión todos los aportes que la gente iba haciendo desde
diversas posiciones y roles. Tenía una capacidad de lectura
enorme. Todo lo que uno le enviaba para leer lo leía y respondía de manera
asombrosa hasta en los momentos en que tuvo cargos de la más alta
responsabilidad. Mi primera sorpresa en este sentido fue en el diseño del
postgrado de Salud Pública durante esa gestión. Habíamos invitado a Juan
Samaja, espistemólogo y metodólogo argentino de altísimo nivel, amigo
entrañable, hoy fallecido, a ayudarnos a diseñar el postgrado. Gilberto asistió a
una de las sesiones de trabajo con Juan quien luego nos envió a los asistentes
un informe sobre el tema de investigación y metodología que manejaba. Gilberto
respondió con un documento extenso de comentarios muy profundos y pertinentes
sobre el tema. Había sido investigador con el Dr. Convit en el Departamento de
Dermatología Sanitaria del Hospital Vargas de Caracas.
Luego, en 1999, de manera
inesperada fue designado Ministro de Salud por el Presidente recién electo,
Hugo Chávez. Fue durante esa gestión que conocimos y nos acercamos más
espiritualmente a Gilberto. Cuando lo designaron nos alegramos mucho. Yo
realmente me entusiasmé por la calidad humana y alto nivel político y técnico
de Gilberto. Le envié una carta donde le manifestaba mi alegría por su
designación y donde le decía por qué consideraba había sido la
mejor decisión entre varias opciones que en ese momento había, todas buenas. A
los días nos vimos y me dijo algo así: “leí tu carta, estoy de acuerdo con
algunas de las ideas y propuestas que haces. Como hay allí algunos
señalamientos críticos la voy a romper para que sólo tú y yo los conozcamos”
Me designó primero Director
de Endemias Rurales y a los pocos meses Director de Epidemiología. Estuve con
él toda su gestión hasta el último día, muy cerca de él junto con Maria Vale. Lo
acompañamos y compartimos con él los logros y las dificultades, las alegrías y
los despechos que no son pocos en una gestión tan compleja como es dirigir el
Ministerio de Salud de un país.
Cerca del final de su
gestión nos propuso para ocupar el cargo de Vice Ministro de Salud y desde esa
trinchera lo acompañamos hasta el último día.
Gilberto no era un hombre
sectario. Fue un hombre de izquierda toda su vida que había militado desde muy joven en el MIR
y el MAS, pero tenía una visión muy amplia e incluyente de la gestión pública.
Recuerdo que una vez me llamó y me dijo:
“José, vengo de Mérida (donde había un gobernador adeco fuerte adversario de la gestión
nacional), vi el centro de seguimiento de emergencias y desastres que tiene la
gobernación (IMPRADEM). Quiero que vayas y veas esa experiencia y con el corazón
en la mano la apoyemos y fortalezcamos”. Decía y practicaba el principio de que
quien lo hiciera bien por el pueblo y en la gestión pública, había que apoyarlo
sin importar su ideología y militancia política.
Gilberto renunció a su cargo por razones personales a principios
de 2001, para retirarse definitivamente a Aguirre, en el occidente de Carabobo, donde tenía una casita y una
parcelita rural. Pocas veces lo vimos después de ese momento. El 10 de Marzo de
2002 falleció trágica y sorpresivamente en un accidente de tránsito. Tenía
Gilberto en ese momento 60 o 61 años de edad.
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