Fernando. Tenía años que no sabía de ti. El viernes 25 de Septiembre, me enteré por las redes sociales que habías fallecido el día anterior en el Hospital Central de San Cristóbal a causa del Covid. Me afectó mucho porque te consideraba joven para morir por ese terrible flagelo. De inmediato le avisé por mensajes a algunos de los que te conocían. Sólo me respondió Rita Tucci. Eras menor que yo, debías estar por los 60. Este terrible hecho me motiva a escribir sobre la situación en la que estamos y sobre asuntos relacionados con la salud, las enfermedades y la muerte.
Me siento en deuda contigo. Hace varios años. Por allá por 2005 o 2006 me llamaste para pedirme ayuda por un problema laboral de tu esposa. Yo estaba en un alto cargo en el Ministerio de Salud. Me dijiste que ella era enfermera y trabajaba en el mismo hospital en el que falleciste. No recuerdo si te pude ayudar. Supongo que no lo hice. Cuando uno ocupa esos cargos, la dinámica lo rebasa y aunque sea de buen corazón y quiera ayudar a la gente, más a los amigos, muchas veces no puede y ni siquiera se da cuenta. Tampoco pude pedirte disculpas, si no logré ayudarte a ti y a tu esposa. Lo hago ahora por aquí, aunque ya no podrás disculparme ni contarme qué pasó en esa ocasión.
En los últimos años estuve revisando en las redes sobre ti. Me di cuenta que eras un destacado locutor deportivo de tu estado, una figura pública en tu ciudad.
Siempre fuiste líder. Un líder sobrio, inteligente, humilde. Cuando te conocí eras líder estudiantil de la ULA. Coincidimos en inquietudes políticas de la juventud. Transitamos unos años juntos. Fuiste líder de una muchachada entre los cuales había gente muy cercana a mí afectivamente.
Yo trabajaba en El Vigía y allí hacía vida social. Teníamos responsabilidades públicas en el Concejo Municipal de la ciudad. Recuerdo que allí nos acompañó unos meses Mauro Lamus, que había sido tu compañero de estudios y de luchas.
En 1984 fuimos reelectos para ese Concejo Municipal. El día de nuestra juramentación nos enteramos que había fallecido alguien en tu casa en San Cristóbal, creo que fue tu padre. Íbamos a ir a acompañarte pero hubo un terrible accidente cuando Blas Vielma trasladaba a un grupo de teatro que había estado en el acto de juramentación. Ello llevó a dividirnos. Rita y sus hermanas se fueron a San Cristóbal a acompañarte y los demás nos quedamos a atender a los heridos. Entre ellos estaba Antonio Camacho, campesino luchador social de la zona panamericana de Mérida.
Esa misma tarde hubo otro accidente peor que el anterior. Murieron la mamá y dos hermanos de Blas, que se trasladaban a El Vigía a verlo. Él y su esposa habían resultado heridos. Fue un día terrible.
Recuerdo que tu primera esposa falleció muy joven, creo que en San Cristóbal por un embarazo ectópico y te quedaste viudo con un hijo pequeño. Por las redes vi a un Fernando Lobo joven muy parecido a ti, no se si fue ese el hijo que te quedó de ese matrimonio.
Estos son tiempos muy difíciles. No sé si te incluyeron en las estadísticas en las que el gobierno se basa para decir que la curva está aplanada y que somos el país del continente que mejor hemos manejado la pandemia. Pero por ser figura pública, hasta en tu muerte, has dado la cara por tantos anónimos que enferman o mueren en nuestro sufrido país sin que nadie se entere, sólo sus familiares directos y amigos cercanos.
Uno de ellos fue Antonio Camacho, el campesino que se accidentó ese día de 1984 en que falleció tu padre. Murió hace un mes en El Vigía de Covid. Tenía 94 años. Lo enterraron a las 10 de la noche junto con otro fallecido por la misma causa y sus familiares no pudieron estar presentes. Tampoco fue incluido en las estadísticas oficiales. Llegó muriéndose al hospital y sólo le dijeron a sus hijas que había muerto de Covid.
Tu muerte para mí fue una sorpresa muy dolorosa. Fuiste un buen hombre y un gran líder en todas las facetas de tu vida ¡Hasta siempre querido amigo!
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