Un compañero y amigo, partícipe en una experiencia de gestión para nosotros muy valiosa,
nos recuerda esta idea que surgió y nos marcó como aprendizaje para la gestión
pública.
Hace ya varios años iniciábamos
la gestión con uno de los líderes con quien trabajamos. Era el inicio de una
etapa de sueños luego de un largo período de dificultades y oscuridad. En su
primer encuentro con todo el equipo se presentó con una figura donde presentaba
la cara de un hombre con el pelo largo y despeinado y con una gran barba. Lo
llamamos el pelúo. El nos dijo que la situación que encontrábamos
era como cuando uno se consigue a un indigente y quiere ayudar a reintegrarlo a
la vida digna.
Lo primero, dijo, es asearlo,
bañarlo y darle unos tijerazos rápidos para que se le vea mejor la cara.
Obviamente darle comida caliente y suficiente afecto y garantía de que trabajaremos
con él para que no vuelva a estar en su situación anterior.
No es el momento para preciosismos
ni para pretender medidas perfectas y sofisticadas, indicó. Es un momento
inicial, en medio de muchas dificultades acumuladas, en que lo fundamental es
actuar rápido en lo más inmediato y posible de hacer. Luego habrá tiempo para
perfeccionar acciones y planes.
Esto nos recuerda los criterios
planteados antes por un salubrista latinoamericano, al que llegamos por
relato de un compañero. Decía este experto que cuando un problema de salud es
muy grande, no hay que planificar mucho para actuar sino hacerlo rápido porque
casi cualquier acción va a incidir en el problema para reducirlo.
Distinto es cuando ya se ha
avanzado en la reducción de ese problema. Cuando se han dado los primeros
avances. Es entonces cuando las
intervenciones tienen que ser más precisas y estudiadas. Porque en ese momento
ya el problema no continúa su reducción fácilmente, sino que requiere
intervenciones más elaboradas, que partan de estudios y análisis más profundos.
Agregamos el comentario de WH, el compa al que nos referimos al principio, nos recordó la propuesta del "pelúo":
Este tema a mi modo de ver, esta ligado intimamente a las
"bolas de Gilberto" ya que era pensar la nueva organización, su
contenido y fundamentos desde el hacer haciendo, valorando lo sencillo
pero construyendo desde lo sencillo, las aventuras más grandes.
Eso de las bolas de GRO era una estrategia espectacular, un
atrevimiento único, una estratagema para romper con los esquemas del
viejo reformismo institucionalizado es decir, justificar equipos
altamente costosos, expertos únicos, estructuras que debieran
reformarse así mismo antes de intentar reformar las instituiciones.
Aquella creación de la Unidad de Desarrollo Institucional (UDI)
compuesta por nadie, a la vez era la "bola " inical, ya que ella misma de
por sí no existia y sus integrantes estabamos en otro lado.
Ese esquema de transformación es único hasta la presente, no
ha existido una manera de atreverse tan atrevida, tan arrojada, tan
fuera de la lógica de los reformadores que la lógica concebida por
ellos, era preservar el fundamento y la escencia que se intenta
"transformar". Ese peluo, representaba por otro lado, una propuesta casi
descolonizadora de la cultura de la gestión pública. Era en contravía
de la búsqueda de las soluciones rápidas, absolutas y totales. Es como la
estrategia de la comida Slow fast (comer lento) ante la arremetida de
las cadenas de comida rápida impuesta desde nuestros centros
colonizadores o lo que realizaban los "especialistas" del BM o del BID
(recuerdas?) que ya venían con el manual para corregir todas las
deficiencias de nuestro sistema de salud, listas esas soluciones antes
de bajarse del avión.
Un abrazo compadre"
Agregamos el comentario de WH, el compa al que nos referimos al principio, nos recordó la propuesta del "pelúo":
"Epale hermano;
Si lo del peluo es
una enseñanza de eso que Testa siempre repitió 'incluso sin plan debes
pensar estratégicamente', o lo que es lo mismo, montar al burro y
aprender a arrearlo montado en él.
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