martes, 3 de marzo de 2020

La salud no es una prioridad política

Casi siempre se habla de la salud o la educación como prioridades políticas fundamentales de cualquier gobierno. Esta afirmación pareciera indiscutible. Nosotros planteamos la hipótesis de que eso no es cierto. No siempre la salud es una prioridad política. Es más, sostenemos que, al menos en nuestros países, la salud nunca ha sido una prioridad política real.

En Venezuela los sectores políticos prioritarios siempre han sido: Política Interior, Política Exterior, Defensa, Economía, Petróleo e Infraestructura.  

Manuel Caballero, historiador venezolano altamente calificado, en su Biografía de Rómulo Betancourt, incluye un pasaje donde Arnoldo Gabaldón, el más grande salubrista venezolano de todos los tiempos,  Ministro de Sanidad y Asistencia Social en todo el quinquenio del gobierno de Betancourt (1959-1964), se queja con un amigo común de él y el Presidente, de que Betacourt no lo recibe y le dice que piensa renunciar. Este habla con Betancourt, el cual le dice algo así como que Gabaldón se deje de tonterías porque él lo designó Ministro por ser el sanitarista más importante de latinoamérica.

Si eso ocurrió con Gabaldón y el Presidente de la época, nos podremos imaginar lo que habrá ocurrido con innumerables ministros de salud venezolanos -algunos de los cuales han durado a veces pocas semanas o meses en el cargo- y su relación con el presidente de turno. Hemos oído de ministros que han durado hasta un año en sus cargos, fueron removidos y nunca tuvieron una cuenta con el presidente. 

Otro tema es la gran complejidad el tema. La salud es mucho más que atender enfermedades, actividad central para la cual están formados los médicos, líderes habituales de los ministerios de salud. La salud se centra en la calidad de la vida y eso es mucho más amplio que el ámbito de los ministerios de salud, los cuales a duras penas, tratan de atender enfermedades y en el mejor de los casos, prevenir algunas de ellas, donde hay políticas preventivas vigorosas. Mal podemos suponer que desde los ministerios de salud, se pueda liderar una política pública integral de promoción de la salud y la calidad de vida y no sólo de atención a las enfermedades. Este liderazgo debería corresponder a los presidentes, vicepresidentes o ministros con más poder de decisión que los ministros de salud.

Sólo el tema de la prevención y atención de enfermedades, que insistimos, es sólo una parte de una verdadera e integral política de salud, constituye un asunto sumamente amplio, complejo y costoso desde el punto de vista económico, el cual no ha sido atendido en toda su amplitud y complejidad, en ningún momento de nuestra historia, particularmente en los últimos 40 años en los que la crisis continua de la salud se ha manifestado, además de no ser prioridad en la agenda del más alto gobierno, la bajísima inversión de acuerdo a los estándares internacionales,  en una altísima rotación de ministros. Al respecto veamos lo siguiente:

  1. Venezuela ha tenido 51 ministros de salud en un lapso de 84 años, es decir, un promedio de 1,65 años por ministro
  2. Pocos ministros de salud en la historia venezolana han durado todo el período de gobierno del presidente respectivo. Destaca Arnoldo Gabaldón (1959-1964 Betancourt)
  3. Leoni tuvo (4) ministros de salud en cinco años, tres de los cuales duraron un año o menos
  4. Caldera I (2) en cinco años, uno de ellos sólo estuvo un año
  5. CAP I (2) en cinco años, uno de ellos sólo un año
  6. Luis Herrera (2) en cinco años, uno de ellos dos años
  7. Lusichi (3) en cinco años, uno un año y dos, dos años
  8. CAP II (4) en casi 5 años, todos duraron un año o menos
  9. Caldera II (3) en cinco años, uno duró semanas, otro poco más de un año y uno dos años
  10. Chávez (9) en 14 años, 4 duraron dos años, uno tres años y el resto un año o menos. Uno duró tres o cuatro meses y otro un mes quizás
  11. Maduro lleva (8) en 7 años, todos con alrededor de un año de duración, una duró tres meses
Con este cuadro histórico del liderazgo en el Ministerio de Salud, difícilmente ese sector pudo liderar una acción integral del estado en promoción de la salud y calidad de vida y ni siquiera, en una prevención y atención de las enfermedades acordes con nuestra condición de país con ingresos medios en el contexto latinoamericano.

Es cierto que en los últimos años hemos estado mucho peor que en otras épocas, pero ello no significa que antes estábamos bien sino que nunca hemos estado a la altura de nuestras posibilidades como país y en particular en los últimos 40 años, hemos estado inmersos en una grave crisis de salud, de la cual no sólo no hemos salido sino que se ha profundizado..





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