El 22 de Abril de 1977, nos graduamos de Médicos-Cirujanos en la
Promoción Dr. Walter Bishop de la Universidad de Los Andes. Este 21 de Abril se
realizó en Mérida la celebración de nuestros 40 años de graduados. Fue un acto
muy sentido donde de 115 graduados, menos 11 compañeros fallecidos, se
contactaron unos 80 y asistieron al mismo casi 60. Pasamos varios días preparando
todo y nos encontramos durante dos días inolvidables. Fue un conocernos de nuevo
porque obviamente, luego de 40 años somos otras personas, aunque preservemos
algunas de nuestras características y valores de aquella época. También hoy
vivimos una situación muy diferente a la que transcurría el día del grado. Pero
el encuentro fue sencillamente espectacular por lo afectivo y alegre y porque
de alguna manera, sin que esa fuera la intención uno hace balance de su vida y
renueva recuerdos, contactos y amistades. Hace 40 años nos seleccionaron para
dar el discurso en representación de los graduandos. No conservamos ese
discurso, pero si algo tratamos con mucho esmero en esa ocasión fue no decir
nada que no fuera el sentir del grupo que nos seleccionó para tan distinguida
tarea. Esta vez nos honraron de nuevo con la asignación de decir las palabras
en el acto protocolar, a nombre de los egresados. De la misma manera tratamos
de que nuestras palabras fueran la expresión de todos nosotros. Aquí las
compartimos:
40 años. Muchas
vidas involucradas
Muchos sueños
realizados
El Espíritu
del valle:
“El valle
recoge todas las aguas que se vierten sobre él”
Edgar Morin
Ciudadano Profesor Mario Bonucci Rossini Rector y demás
integrantes del Presídium
Ciudadanos Profesores de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Los Andes
Ciudadana Dra. Maritza Quintero. Autora de la semblanza y
demás Compañeros integrantes de la promoción de Médicos Cirujanos “Dr. Walter
Bishop” de la Universidad de Los Andes
Familiares y amigos que nos acompañan
Invitados especiales
Medios de comunicación
Señoras y señores
Primero un sentido recuerdo a
nuestros compañeros de promoción hoy ausentes porque se han ido a su descanso
eterno. Igual a nuestros padres, madres, hermanos, hijos, familiares cercanos y
maestros, que han tenido gran significación en nuestras vidas y también se han
ido al cielo.
Saludamos de manera especial a
los compañeros que junto con nosotros, se graduaron en esos días de 1977 en San
Cristóbal y Valera y a los integrantes
de las cohortes de 1970 y 1971, pertenecientes a promociones cercanas a la
nuestra, con quienes también compartimos ese período fundamental de nuestras
vidas.
Nuestras vivencias
Según los filósofos el mundo no sólo debe ser explicado sino también
comprendido, siendo la comprensión mucho
más amplia y abarcadora que la explicación. Señalan algunos de ellos que para comprender el mundo, la vivencia es un asunto fundamental. En este momento de reencuentro,
se está produciendo la síntesis o amalgama de dos grandes vivencias.
La primera, de la época de estudiantes en nuestra ilustre universidad
y en esta hermosa ciudad. Fue un período intenso de seis años, que desde hace
varios días estamos recreando, recordando y rescatando hermosos momentos
vividos.
Venidos de distintas partes del país, de diferentes familias y clases
sociales, nos convertimos por esos años en compañeros de estudio, de desvelos,
de lucha universitaria, amigos entrañables,
amores de juventud, compañeros de alegría, parranda y mucho más, lo cual
es un invalorable patrimonio de nuestras vidas. Queremos destacar este
sentimiento porque dice mucho de lo valioso que es para nosotros aquella vivencia
iniciada entre 1970 y 71 y culminada hace 40 años
La segunda vivencia ha sido nuestra vida ciudadana, profesional y familiar desde la graduación
hasta hoy. Lo que en aquel día era solo
un proyecto en perspectiva, es hoy una realización cumplida, un ejercicio
profesional hermoso, una vida familiar
extendida, los hijos, los nietos, etc. Estudios, proyectos realizados, nuevos
proyectos y grandes satisfacciones.
Ha sido un período más prolongado que el primero. En un ámbito mucho
más amplio, con una relación menos estrecha entre nosotros, pero igual hoy esas
dos vivencias se encuentran en una ocasión
única e irrepetible, para renovar vínculos, recrear momentos anteriores,
recuerdos hermosos y fundirlos con nuevos motivos de identidad y cercanía,
surgidos en estos tiempos, los cuales podamos compartir, hacia una relación que
ha de ser larga y fructífera. Estamos
llamados a preservar y recrear la significación
de lo que en su momento fue la Promoción Walter Bishop.
Hace 40 años nuestros principales
acompañantes fueron nuestros padres y familiares cercanos que nos ayudaron a
transitar y concluir con éxito la carrera. Hoy son nuestros esposos y esposas,
compañeros y compañeras con quienes hemos hecho posible esta fructífera parte
de nuestras vidas. Los hijos e hijas, la mayoría de ellos en plena etapa de
desarrollo. Y nuestros queridos nietos que comienzan a hacerse presentes como
semilla de un futuro el cual sin duda será mucho mejor que lo vivido por
nosotros.
Nuestra Universidad
Somos hijos de la universidad pública, autónoma y democrática
venezolana. Es más: somos producto de la educación pública y gratuita. Nuestra
formación desde primaria hasta postgrado, en la inmensa mayoría de nosotros
transcurrió al abrigo de tan importante política pública de nuestro País.
La ilustre Universidad de Los Andes es realmente uno de nuestros
orgullos. El alma mater donde recibimos una formación de las mejores del País. El médico venezolano es reconocido en el mundo
entero como un profesional con preparación de altísima calidad y de ese
reconocimiento universal, la ULA hace parte valiosa y honorifica.
Esta es una promoción de significación histórica particular en relación a lo académico. Fuimos
la primera de la reforma universitaria
en la que se modificó por un tiempo el sistema de ingreso y se creó un ciclo
básico común a diferentes carreras tratando de reducir la compartimentalización en facultades y
profesiones. Se buscaba formar más a un ciudadano integral que a un profesional reducido a sus
conocimientos técnicos. Esta propuesta no se consolidó y la estructura
tradicional se tragó la nueva que se quería crear. Nosotros, en buena hora, quedamos
marcados por ese intento, como protagonistas de una lucha de una gran riqueza
histórica, cuyos preceptos fundamentales siguen vigentes.
Hoy nuestra universidad se encuentra, como todo el País en una
situación muy comprometida. Sus estudiantes, sus docentes e investigadores viven
momentos de muchas dificultades de diverso tipo y es propicia la ocasión de la
celebración de sus 232 años para hacernos presentes y dar respaldo a nuestra ilustre casa de estudios, a
sus integrantes, a sus autoridades, para continuar la lucha por preservar y
mejorar nuestra universidad pública, autónoma y democrática. Instituciones como
la ULA perduran y se fortalecen aún en
los momentos más difíciles.
Nuestro ejercicio
profesional. Nuestro Sistema de salud
La gente, la población sana y enferma, son para nosotros, razón de vida. Todos sin excepción, pero los
más pobres siempre son y serán de nuestra especial preocupación. En el
ejercicio profesional hemos convivido extensamente con nuestros pacientes y sus
seres queridos. Muy significativo ha sido para nosotros el trabajo creativo y
afectivo realizado con grupos poblacionales en relación con la salud. No se puede ejercer la medicina sin una alta
sensibilidad social y humana. Mucho tenemos que agradecerle a las personas a
las que hemos servido: su lucha integrada con nosotros, su palabra de afecto, su sonrisa, su amistad, su
fe, sus oraciones.
El sistema de salud ha sido y es nuestro ámbito de trabajo durante estos 40 años. Somos un país
con un sistema de salud mixto. Un subsistema público ampliamente extendido y un
subsistema privado que creció progresivamente hasta lograr gran importancia en
la atención en salud. Hemos desarrollado nuestro ejercicio profesional en ambos
ámbitos de ese sistema.
Desde el pregrado nos formamos en el subsistema público y una vez
graduados, continuamos nuestra formación e hicimos carrera en él desde nuestra
rural hasta hoy. Simultáneamente hemos hecho
ejercicio libre de la profesión y eso nos permitió también servir a quienes
acuden al subsistema privado y combinar ambas experiencias en beneficio de
nuestra población.
Nuestro subsistema público, aún con todas sus dificultades anteriores
y actuales, es vigoroso, es un patrimonio nacional construido durante más de 80
años, importante de preservar y posible de mejorar. Sigue siendo una deuda para
nuestro país el contar con un sistema de salud universal, equitativo, integrado
y de alta calidad el cual es una
necesidad y una aspiración por la que siempre hemos luchado y seguimos luchando.
El subsistema privado ha avanzado también hasta ser muy significativo
en cuanto a la atención de nuestros compatriotas, hasta el punto de que hoy
hace un aporte valioso en esa importante tarea.
Es vital fortalecer la integración y sinergia entre ambos subsistemas,
por supuesto con predominio y rectoría de nuestro subsistema público. Muchas
experiencias de complementariedad entre atención pública y privada ocurren día
a día en nuestro país, de las cuales a lo largo de nuestras carreras hemos sido
protagonistas. Es cierto que se trata de una relación compleja pero es posible
y deseable fortalecerla y cultivarla en beneficio de la salud de todos.
Nuestro Padrino: su
condición humana
Al Profesor Walter Bishop, un saludo muy especial. No sabemos si esto
ocurre en otras promociones, pero es impresionante la identidad y el orgullo
que sentimos todos con lo que representa nuestro querido padrino. Su condición
de académico insigne ampliamente reconocido, no creemos sea suficiente para
tanta identificación. Son otras razones y sentimientos lo que nos ha unido con
mucha mayor fuerza a él.
No es casual que el Profesor Bishop haya sido padrino de nuestra
promoción. Fue un hecho producto de la confluencia de varios factores en una
etapa muy significativa de la universidad y por una intensa y profunda
interrelación entre nosotros como actores de esa época y su enorme figura como
Profesor en ese momento y circunstancia histórica.
Lo conocimos en su cátedra. En el aula, en el laboratorio y en el
hospital. En ella no se limitó a dar algunas clases. Siempre puso un empeño
especial y creativo a su labor docente y nos enseñaba a ser responsables y
estudiosos si queríamos ser médicos, con la llama de la investigación siempre presente.
Lo conocimos también en plena lucha por la renovación académica de la
universidad. Nos entregamos con pasión a
ella, con su inmensa compañía y autoridad. Fue ese un momento en que
definitivamente el Profesor Bishop salió de su cátedra a enseñarnos como nunca a
ser ciudadanos, hombres y mujeres críticos, preocupados por la universidad, el País y
la sociedad.
Ha contado el Dr. Bishop, que en su momento de llegada a Venezuela en
los años 60, perdió un cupo para estudiar en la UCV únicamente por manifestar no pertenecer a ningún grupo y sólo
querer estudiar Medicina. Afortunadamente la ULA lo recibió con calidez sin
ningún requisito sectario y ello
permitió darle vida e impulso a la trayectoria de un joven latinoamericano llamado a hacer historia en la universidad y sociedad
venezolana.
¿Qué es entonces, lo que hace la diferencia en nuestra relación con él?
Definitivamente es su condición humana…Un hombre que se viene de su natal Argentina a media carrera de
medicina siguiendo a quien luego sería su esposa y compañera de vida. Quiso ser médico misionero en el amazonas o
en el Orinoco, llega a Venezuela y la ULA le abre sus puertas para entregarse a
un apostolado académico, científico y gerencial como le conocemos. Se destaca junto
con sus propios estudiantes en las luchas por una universidad para formar verdaderos
ciudadanos. Se acerca con intensidad a otros asuntos fundamentales de la vida como el deporte, la música y el arte. Una persona con esa
integralidad y coherencia ética y humana, es definitivamente un ser especial. Un
verdadero misionero de la vida que en buena hora nos honra con ser nuestro guía
académico y humano por siempre.
Muchas gracias!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario