Políticos experimentados
plantean que no se puede ser rígido en lo ideológico si se está inmerso en la
arena política. Algunos señalan que el que quiera ser rígido en lo ideológico,
mejor se dedique a la actividad académica, por ejemplo y no a la actividad
política.
Le doy cierta razón a esas
afirmaciones, aunque ello no implique la ausencia de principios ideológicos. La
vocación política requiere condiciones especiales que no todos tenemos. Entre
otras un tremendo esfuerzo físico y mental, sacrificios personales y familiares.
También hay una relación con
la ética que suele ser obstáculo para ejercer la política. Así como la rigidez
ideológica puede obstaculizar el ejercicio de la política, la ubicación ética
de la persona también puede ser un obstáculo para la política. La ética en la
política no es que no exista, pero se acomoda al objetivo político o a la
postura ideológica del actor.
Por ello me cuento entre los
que, aún cuando alguna vez en mi vida ejercí la política activa, no creo tener
vocación para tan exigente oficio.
No soy antipolítico, soy de
los que cree que la política es una de las actividades más complejas, maravillosas
y útiles de la humanidad. Soy observador e inquieto de la política, pero no la
ejerzo por considerar que no tengo suficiente capacidad y vocación para ello.
Prefiero dedicarme a la
gestión pública, que se relaciona con la política e incluye el análisis político
y estratégico, pero no es actividad política propiamente dicha.
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